Después de pasar casi un 1 año de nuestro voluntariado por Tanzania, nos gustaría compartir por aquí nuestra experiencia en este maravilloso país.

Para hablar de nuestro último voluntariado y que nos entiendan a la perfección, nos tenemos que ir al comienzo, donde surgió todo.

Cuando empezamos nuestra relación, uno de los sueños que teníamos en común y que sonaba con más fuerza era hacer un voluntariado juntos en África. Un verano se presentó la ocasión, pero por diferentes motivos solo uno de nosotros pudo ir. En 2014, Paula vivió la experiencia más enriquecedora de toda su vida y su vuelta a España no iba a ser la misma.

Desde ese momento, todo cambiaría, nuestro sueño se había convertido en un objetivo primordial. Nuestras ganas de volver juntos a África se habían multiplicado por mil. Lo que sería un “Volveré a Tanzania” se habría esfumado en tan solo 4 años después.

Durante todo este tiempo que Paula volvió del voluntariado, no hemos dejado de pensar en cómo serían nuestros días en este increíble continente, por eso, en 2018 nos lanzamos a nuestro gran sueño. Dejamos nuestra vida, nuestra casa y nuestros trabajos, para embarcarnos en la experiencia más bonita que hemos vivido juntos.

Después de muchos emails, muchas búsquedas y alguna que otra entrevista, decidimos regresar juntos a Tanzania. Esta decisión paso por muchas fases ya que durante meses estuvimos barajando la opción de ir a Etiopía con la Fundación Pablo Horstmann.

¿Por qué Tanzania?

En el tiempo que estuvo Paula de volutanria por Tanzania, conoció a Marta, una chica llena de energía que junto con algunos locales fundaron la organización “Progress for Africa“.

Durante todos los años que pasaron desde el primer voluntariado, Paula ha seguido todos los pasos del proyecto desde el primer momento. Construcción del colegio, proyectos de otros voluntarios, reconocimientos, … por lo que tenía un contacto más directo con esta fundación.

Le comentamos nuestras ganas de colaborar con ellos y la respuesta fue un SÍ rotundo. Solo nos quedaba esperar e ir organizando pequeños detalles del viaje hasta llegar el día.

Antes de empezar con el volutariado, decidimos vivir la aventura de viajar durante 1 mes por Madagascar ya que sabíamos que una vez llegados a Tanzania íbamos a dar toda nuestra energía al proyecto.

¡YA ESTAMOS EN TANZANIA!

¡No saben la alegría que sentímos cuando pisamos este país juntos! Todo lo que habíamos organizado durante meses estaba empezando a coger forma y no podíamos estar más radiantes de felicidad.

Nuestro voluntariado lo hicimos concretamente en Arusha, una ciudad que se encuentra al norte del país, muy cerca de Kenia. Esta ciudad es conocida por ser uno de los puntos importantes de las salidas de safaris hacia los parques nacionales del país.

La llegada al hostal (el dueño es uno de los fundadores de nuestra fundación) fue muy cálida y tuvimos un pequeño contacto con unos niños que se encontraban en la zona. Quien nos iba a decir, que esos niños que correteaban por nuestro alojamiento iban a ser los causantes de que nuestro voluntariado cobrara sentido en muchas ocasiones y fueran pieza fundamental en nuestro mes y medio en el país.

Nuestros gastos en el hospedaje fueron 8€/día, es decir, 248€/mes. Incluía alojamiento y comidas (desayunos y cenas).

¿Cúal fue nuestra labor principal?

Con el paso de los días, nuestras responsabilidades se fueron adaptando al día a día y hubo muchos cambios, pero principalmente era:

• PAULA: colaboró durante un mes como enfermera en un hospital de la ciudad, en el área de cirugía, dando apoyo al equipo de enfermería. Por las tardes, iba al proyecto para realizar actividades con los niños.

Tenemos que decir que para que Paula pudiera trabajar como voluntaria en el hospital tuvo que pagar 200 dólares por un mes. Este motivo junto con algunos aspectos del hospital, hicieron que no se encontrase cómoda en el terreno. No veíamos bien pagar por un trabajo de voluntaria, cuando se supone que lo haces para ayudar y que en un principio, antes de entrar al país, has pagado ya 250 dólares. Hay que mencionar que un persona que entra como turista paga 50 dólares.

¿No debería ser al contrario? Según nos comentaban, se supone que una persona que entra como turista va invertir más dinero en safaris y comidas en restaurantes,… mientras que un voluntario no se mueve del proyecto y deja menos dinero en el país. Sea como sea, no nos parece nada justo.

• BORJA: colaboró en la comisión de comunicación del proyecto. Creó contenido fotográfico y dió apoyo al equipo para mejoras en la redes sociales de la fundación. Por las tardes, actividades con los niños.

NUESTRO DÍA A DÍA

Terminado nuestro desayuno, solía ser un café, chapati y fruta, nos íbamos cada uno a nuestros respectivos trabajos. Paula iba al centro de la ciudad para poder ir al hospital y Borja iba a la otra parte de Arusha para ir al colegio.

La mayoría de las mañanas, por no decir casi todas, nos encontrábamos por el camino con nuestros vecinos. Ellos eran los que nos alegraban nada más empezar la mañana. Jugábamos un poco y quedábamos con ellos por la tarde.

Paula en el tiempo que estuvo en el hospital ayudaba con las curas y daba apoyo al equipo de enfermería. Una de las experiencias más especiales que tuvo fue atender a personas de la tribu Masai. Por lo general, cuando ellos se enferman suelen tener a una persona en su poblado que ejerce de médico pero cuando la situación se complica, acuden al hospital de la ciudad.

Los niños del colegio, en esa época se encontraban en proceso de evaluación, por lo que muchas de las actividades que teníamos pensadas no pudimos realizarlas. Por eso, durante las mañanas Borja realizaba contenido durante las clases y en el tiempo de descanso, compartía momentos con ellos como las actividades en el recreo o el momento porridge.

Las clases terminaban por el mediodía y por la tarde realizábamos en el colegio actividades para todos los niños. Paula salía del hospital sobre esta hora por lo que siempre estaba en las actividades de la tarde.

Terminada la tarde, nos íbamos juntos al alojamiento y en la puerta de nuestra casa nos encontrábamos a nuestros vecinos preparados para jugar. Llegábamos muy cansados pero era tanta la alegría y el revuelo que nos pegábamos horas en la calle ¡daban tanta vida!. En muchas ocasiones nos llamaron la atención porque era tanto que se extendía los juegos que se nos hacía completamente de noche y los padres se preocupaban.

Así transcurrieron prácticamente todos nuestros días en Arusha. La confianza con los niños se volvía más fuerte y nos hacían sentir como en casa. Muchos de ellos, no sabían hablar el inglés por lo que aprender algunas palabras en suajili nos ayudó muchísimo a intengrarnos con ellos.

Ya te llamaban por tu nombre, se veía en sus miradas la alegría de verte, conocías algunos de sus familiares, compartían cosas contigo, … nos hacían sentir especiales y que verdaderamente le importábamos, valoran ese tiempo de juego juntos.

¿Qué tal nuestra experiencia con “Progress for Africa”?

Nuestra experiencia con Progress for África durante nuestro voluntariado fue buena aunque hubo algunos aspectos que mejoraríamos.

La fundación a lo largo de su crecimiento ha logrado importantes avances que han permitido una mejor calidad de educación a todos sus niños y además ha logrado que todos los locales que lo forman, puedan funcionar cada vez mejor sin ayuda de la organización.

Creemos que todo el trabajo que han realizado es impresionante y lo que han logrado desde la nada es digno de admirar.

Nosotros cuando llegamos a Arusha, llegámos cargados de ilusión y de miles de actividades para hacer pero es cierto que la forma en la que nos recibieron nos fue la más acertada.

Al principio nos lo tomábamos cómo “bueno, aquí el ritmo de vida va más lento, no hay que preocuparse, todo llegará a su cauce” pero cuando ves que pasan los días y tus proyectos no cogen forma te vienes abajo.

Vas con tanta energía y con tanta ganas de ayudar, que cuando no reaccionan de la misma forma que tú no le encuentras sentido (en algunos pequeños momentos) a todo el esfuerzo que has dado para llegar hasta ahí.

Ellos sabían con las ganas que íbamos y su actitud de dejadez los primeros días no nos gustó. Toda decisión, actividad, foto o cualquier otra cosa, tenía que pasar por la aprobación del equipo de Madrid.

Entendemos que para que una cosa funcione, debe haber organización pero no a esos niveles porque desde nuestra forma de ver, le quita esa naturalidad que caracterizan esos momentos.

Con el paso de los días, pudimos hablar con ellos y llegar a un entendimiento y poco a poco nos fuimos introducciendo, aun así, tuvimos en nuestra experiencia un sabor agridulce. No comprendíamos que unas personas que habían dejado todo, habían viajado hasta ahí para dar lo mejor de sí y de ayudar de la mejor forma posible, tenían que pasar por eso. Pedir atención y reclamo para poder ayudar, nos hacía sentir molestos.

Desde nuestra opinión, la organización está tan consolidada y funciona tan bien, que es muy difícil sentirte integrado cómo ellos y más cuando la mayor parte de su equipo se encuentra en Madrid. Jugar y compartir momentos con los niños en el colegio fue enriquecedor pero nosotros queríamos llegar a un nivel un poco más alto y poner nuestro granito de arena con nuestras respectivas profesiones.

El equipo tanzano junto con Esther, nos trató muy bien durante nuestra estancia y nos escuchaban en todo momento. Solo tenemos palabras de agradecimiento para ellos.

¿OTROS PROYECTOS?

Durante los días que estuvimos en Arusha, pudímos conocer un grupo de voluntarias españolas que impartían clases muy cerca de nuestro hostal. Su organización se llamaba “Kutembea” y fue fundada por una local.

Pudimos pasar unos días por la fundación para conocerla un poco. Además, Paula fue en muchas ocasiones cuando empezó a dejar de ir al hospital por las mañanas.

ESCAPADAS DE FIN DE SEMANA

Durante nuestros fin de semana en Arusha, tuvimos la oportunidad de visitar varios rincones de esa parte del país.

• Moshi
• Lago Natrón
• Lago Duluti

BALANCE

Hemos tardado mucho en contar nuestra experiencia porque queríamos organizar todas nuestras ideas y sentimientos. No veíamos forma de contarles nuestra experiencia como voluntarios por Tanzania sin tener en cuenta los aspectos que les hemos contado anteriormente. Estaríamos engañándonos a nosotros mismos y a ustedes. Además, nos daba miedo que nuestra opinión pudiera influir algo en una fundación que lo ha dado todo por mejorar la educación de esos niños. Luego comprendimos que mientras todo apunte sea constructivo, salga del corazón y ayude a mejorar, no hay nada de malo en ello.

Nuestra experiencia fue buena pero si es cierto que muchos aspectos los cambiaríamos. A lo mejor, para una persona que quiera compartir momentos con los niños estaría muy bien pero para una persona que quiere dar un paso más adelante y hacer llegar sus ideas para mejorar, no sería tan fácil.

Quitando todo ello, nuestra experiencia en Tanzania fue INCREÍBLE. Los niños que compartían todas las tardes con nosotros nos dieron energía de una forma abrumadora y le dieron sentido a nuestro voluntariado. Entendímos muchas cosas con ellos y eso es lo que nos llevamos.

Nunca se nos olvidará una noche cuando uno de los niños que sabía algo más de inglés nos decía mientras nos daba un abrazo: “Muchas gracias por jugar con nosotros“. Ahí entendimos que da igual las actividades que no se habían hecho, el tiempo que habíamos perdido para que nos escuchasen o esos días de desesperación, lo único que importaba era el cariño que le estábamos dando cada tarde a esos niños y con eso es lo que nos quedamos.

Fue una experiencia para empezar, parar, volver para atrás y volver a coger impulso. No importa el ritmo con el que vayan las cosas, lo importante es el cariño con el que las estás haciendo.