A pesar de las condiciones meteorológicas, finalmente pudimos disfrutar de una de las mejores experiencias que nos llevamos de nuestro viaje a Turquía.

Las altas nevadas que en ese momento (principios de diciembre) se estaban produciendo nos impidieron durante un día quedarnos sin vuelo en globo. Después de un día entero de incertidumbre nos dieron la noticia de que los globos partían el vuelo a la mañana siguiente.

Sábanas pegadas pero con mucha ilusión

Sobre las 5:30 de la madruga empezó a sonar el despertador y en menos de que cantara un gallo estábamos ya todos listos para salir al punto de recogida.

Bajamos a recepción, y nos encontramos a muchísima gente lista para disfrutar del vuelo en globo. Los días anteriores, como les contábamos, era todo una autentica incertidumbre ya que no se sabía cuando se podía salir, y las probabilidades de los próximos días no eran muy buenas por lo que nadie se quería perder la única oportunidad que tenían esa semana.

En torno a las 6 de mañana, nos recogieron en el hotel una furgoneta con varias plazas que se encargó de recoger también a un par de personas más por otros hoteles cercanos.

Tras la mini excursión que nos pegamos por los hoteles de Göreme,  llegamos a un restaurante donde podíamos visualizar a los lejos a una grandísima cantidad de gente y alrededor del mismo, muchas furgonetas idénticas a las nuestras.

Sabíamos que ese día volaría muchos globos pero que se concentraran gran parte de su gente en ese lugar para nada.

¿Listos para desayunar?

Al bajar de la furgoneta, nos dirigimos todos al interior del restaurante pero no antes de registrarnos en la entrada.

El “desayuno” para ser sinceros, no era para tirar cohetes. En una gran mesa podías ver gran cantidad de dulces típicos de allí, salchichas y café soluble. Nosotros somos muy buenos de boca pero no nos entraba ni para atrás.

Intentamos comer algo y nos quedamos esperando a que nos llamara nuestro chófer. Durante la espera, muchos grupos como nosotros rodeamos una fogata que había improvisado uno de los chófer para paliar un poco el frío que estábamos pasando en ese momento.

Después de unos minutos, nos agruparon en grupos según lo que habíamos contratado en días anteriores. Es decir, la cesta de los globos se diferencia por su capacidad para agrupar gente. Nosotros habíamos elegido una cesta de 8 personas, más o menos acorde a nuestros gustos.

No queríamos una gran cantidad de gente pero tampoco pedíamos estar solos ya que la diferencia de precios de una cesta a otra variaba muchísimo.

Furgoneta lista: Camino al valle

Una vez completada la cesta, nos dirigimos al descampado donde se encontraba nuestro globo listo para emprender el vuelo.

A lo lejos, en el horizonte de las montañas ya podíamos visualizar los primeros rayos de sol, el gran día estaba comenzando.

Al llegar al descampado, pudimos ver un autentico espectáculo de globos preparados para despegar y otros muchos ya empezando a hacerlo. También pudimos ver como había gente que se dirigía a las montañas para contemplar toda el amanecer con los globos desde abajo.

Durante la preparación del vuelo, comprobamos que tras el vuelo de un solo globo aerostático había en torno a él un gran equipo preparado para hacer de la experiencia la mejor posible.

Por un lado, unos trabajadores se encargaban de traer el globo, otros de desplegarlo en el suelo y comprobar por dentro que todo se encontraba en perfecto estado. Una vez chequeado todo, empezaron a trabajar con todo el tema del motor.

Estábamos viendo a nuestro alrededor como la inmensa mayoría de los globos ya estaban volando por lo que nos permitió por un momento disfrutar del espectáculo desde otro punto de vista.

Después de unos 35 minutos de espera a la más rica ola de frío, aunque no importaba mucho ya que estábamos extasiados de alegría, empezamos a subirnos todos en la cesta.

Como éramos ocho, cada pareja se tenía que poner en la esquina de la misma para equilibrar el peso.

En la cesta se encontraba: una pareja española, una madre y su hijo, nuestras amigas y por último, nosotros.

¿Preparados para el despegue?

Ese momento del despegue fue absolutamente mágico aunque también tenemos que decir (voz Paula) que nos daba un poco de vértigo. La cara de Paula era un auténtico poema.

Subir a un aparato que no conoces su funcionamiento y luego tener algo de vértigo,  no era una buena combinación en ese momento.

Al pasar unos minutos, ese vértigo desapareció de forma instantánea. Lo que estaba contemplando nuestros ojos en ese momento era hermoso e increíble (o casi increíble ya que el frio a esas alturas se notaba aún más y nos recordaba de su presencia en muchos momentos del vuelo).

Sobrevolar montañas, cordilleras y diferentes tipos de formaciones geológicas no tenían desperdicio en ese momento (si las quieren visualizar mejor en vídeo, tienen pequeños trozos que hemos podido guardar de forma permanente en nuestro instagram : @unviajede2 ).

Todo era precioso, era perfecto.

Durante el vuelo, pudimos ver como el piloto del globo aerostático estaba siempre pendiente al walkie-talkie para estar continuamente en comunicación con su equipo.

Después de 1 hora y cuarto de vuelo, aterrizamos en un descampado donde se encontraba el equipo de la compañía para descender de una forma correcta.  Además, antes de despegar ya nos habían explicado que las cuerdas que se encontraban dentro de la cesta, en el momento del aterrizaje teníamos que hacer uso de ellas para facilitarle a ellos el descenso, por lo que todo salió tal y como se programó.

Al bajar, nos dieron champan acompañado de bizcocho (rara mezcla, lo sabemos) para celebrar el vuelo.

Además, no dieron un diploma que nos avala como auténticos pasajeros de globos aerostáticos.

Antes de entrar en la furgoneta, un señor se nos acerco con un tablón repleto de fotos y para nuestra sorpresa, nos encontrábamos ahí clavados y sonrientes (menos Paula) y en ese momento no sabíamos cómo y por qué nos sacó la foto, todo había sido tan rápido.

Finalmente, al ver detenidamente las fotos ya descubrimos el “momento foto” y nos hizo mucha ilusión. La foto la hemos estado buscando pero con la mudanza que hemos tenido ha sido imposible. Cuando la encontremos la añadiremos y la pulbicaremos en el instagram.

El precio por cada foto fue en torno a los 10 TR (2 € aprox).

Terminando este momento, dábamos por finalizado nuestro viaje por Cappadocia. En unas pocas horas, nos dirigiríamos al aeropuerto para ir rumbo a la bella Estambul.

¿Con qué más no podía sorprender Turquía? Esa era la pregunta que nos hacíamos en esos momentos, era todo tan bonito.

Pues sí, lo volvió hacer, fuimos a Estambul y nos quedamos de nuevo enamorados de su cultura, su arquitectura, gastronomía y por supuesto, su gente.

Precio del vuelo

Nuestro vuelo nos costó a cada uno 110 euros en una cesta de 8 personas.  Las tarifas que nos ofrecieron a nosotros fueron:

• 6 personas: 150 euros/persona
• 8 personas: 110 euros/persona
• 10 personas: 90 euros/persona
• 14 personas: 75 euros/persona

Estos fueron los precios que nos ofrecieron con previa delimitación por parte nuestra, es decir, ni tan exclusivo pero tampoco abarrotado de gente. Nos imaginamos luego que el vuelo privado saldría mucho más caro y el vuelo de 20 personas baratísimo, pero creemos que este tipo de vuelo no valdría nada la pena. Además, también variará el precio por el prestigio de la compañía y los extras después del vuelo,  como la comida o el transporte.

La experiencia ha sido única e inmejorable, que se quedará guardada en nuestros recuerdos para toda la vida. Se la recomendamos a todo el mundo que vaya a Turquía y para aquellos que se lo están pensando, atrévanse, este lugar les dará ganas de repetir.

¡Vuela alto, alto como estos globos! Pero… ¡No te olvides de viajar! ¡Viajar mucho!